Orígenes y operación de la DINA, “la máquina para desaparecer y ejecutar en la dictadura de Pinochet”
#Señal3LaVictoria
Manuel Contreras, “el Mamo”, presentó en noviembre de 1973 ante las “autoridades y los altos mandos de las FFAA”, un completo plan ideado para la creación de la Dirección Nacional de Inteligencia, DINA. El plan que presentó el futuro director fue aprobado y rápidamente se organizó. Los primeros movimientos de organización la realizaron con Carabineros, quienes aportaron en primera instancia con un contingente cercano a 500 efectivos. Las primeras represiones políticas de la DINA, datan de fines del ’73. (Informe Rettig.)
De todas las Fuerzas Armadas, el Ejército lograría imponer por sobre las otras ramas, su propia lectura institucional y la visión que tenían de los Partidos, Movimientos y particularmente de los militantes de la “izquierda”. El Ejército chileno consideró que no eran sólo militantes, sino “enemigos internos” capaces de afectar la seguridad nacional.
Fue así como ganó terreno la concepción de “seguridad” que instaló el Ejército. La visión de los Generales se impuso y obtuvieron el respaldo de la Junta Militar para crear este nuevo organismo centralizado que dependería del Gobierno Militar, principalmente de Pinochet. La “persecución y represión política”, los asesinatos, la tortura y las violaciones a los DDHH fueron la hoja de ruta de la DINA.
La Junta Militar facultó la creación de la DINA mediante el Decreto de Ley N°521 y lo cataloga como un “organismo militar de carácter técnico profesional”, según se indica, su misión principal fue reunir toda la información a nivel nacional, proveniente de los diferentes campos de acción, con el propósito de producir la inteligencia que se requiera para la formación de políticas, planificación y adopción de medidas que procuren el resguardo de la “seguridad nacional y el desarrollo del país”. En la práctica, la DINA en conjunto con las disposiciones de excepción dictadas por la Junta Militar y los artículos secretos del decreto, la facultaron para realizar arrestos, allanamientos y posteriores desapariciones, amparándose en la defensa de la seguridad nacional.
La DINA poseía facultades omnímodas, el poder y los recursos que recibía desde el Estado, aseguraron su funcionamiento. La DINA violaba los derechos básicos de las personas, llegando incluso a emplear su poder para ocultar los vejámenes y asegurar la impunidad de sus delitos. La caracterización de ciertos militantes de izquierda como potenciales enemigos internos que podrían incidir en la seguridad nacional, favoreció el despreciable crimen de los detenidos desaparecidos. La práctica de las detenciones forzadas, terminaron con cientos de desaparecidos y cientos de secuestrados que en gran parte fueron ejecutados políticos.
La organización, composición, recursos y personal escapaban del conocimiento público y del control efectivo de la “legalidad”. La DINA empleó toda su injerencia para actuar impunemente en múltiples casos, a pesar de que en teoría dependían de la Junta Militar, realmente sólo respondían ante el «Dictador Augusto Pinochet»
El Informe Hinchey, entregado por la Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos, estudia acuciosamente múltiples informes de la CIA pertenecientes a los años ‘60 y ’70. La investigación del Consejo Nacional de Inteligencia indagó en los perfiles de Richard Nixon y Henry Kissinger, el objetivo del Informe Hinchey, fue determinar las acciones del gobierno estadounidense en el golpe de Estado de 1973, los atropellos y las sistemáticas violaciones a los DDHH.
Manuel Contreras ostentaba un poder ampliamente superior entre los oficiales de su rango, la posición y el acceso a los datos provenientes de los distintos servicios de inteligencia lo transformaron en el hombre clave para intercambiar más que palabras con la dictadura de Pinochet, mantener una relación de cercanía y cortesía con Pinochet era un objetivo que pertenecía a los intereses de la CIA en Norteamérica. Contreras como interlocutor, comunicó al régimen de manera fluida y por esto era “remunerado”.
La CIA instruyó a militares chilenos para realizar prácticas represivas contra los detenidos, necesitaban información del cono SUR y por ello estableció acción y comunicación directa con los gobiernos de Latinoamérica. Manuel Contreras le adjudica a la CIA el asesinato de Carlos Prats y muchas de las técnicas de persecución, tortura contra enemigos políticos, también provinieron de la agencia norteamericana.
Durante los primeros 3 años de operación de la DINA, los desaparecidos y ejecutados fueron cientos. En 1974 los ejecutados fueron mayormente militantes del MIR, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria sufrió importantes pérdidas a manos de la DINA. Existieron conflictos al interior de los servicios de inteligencia por la captura de los militantes del MIR, se los peleaban como presas para ser sacrificadas.
Posteriormente en 1975 las detenciones forzadas y posteriores detenidos desaparecidos pertenecieron principalmente al Partido Socialista. En 1976 el Partido Comunista vivió duros momentos, decenas de militantes fueron brutalmente cazados y eliminados, la sangre roja corrió y los represores retomaron su hoja de ruta, seguir asesinando a todo aquel que fuera considerado “enemigo interno”.
Fuentes: Informe Rettig, archivos de memoria histórica, informes de DDHH.
Publicación original en Revista De Frente – Sept. 2019 por su autor. Gabriel Cardozo S.
Actualización y complementos – Abril 2020